“Transformar A La Escuela Nacional De Agricultura “Roberto Quiñónez” ENA, en Instituto Especializado De Nivel Superior.
A lo largo de sus 61 años de historia (1956-2017), la ENA ha graduado a 3,964 caballeros y 276 señoritas, haciendo un total de 3,970 Agrónomos en grado de Técnico y 54 Ingenieros Agrónomos, estos últimos con especialidad en agricultura bajo riego. LA ENA ha mantenido alianzas con varias instituciones incluyendo INSAFORP que partir del año 2006 se sumó al gran esfuerzo de formar jóvenes en el área agropecuaria patrocinando a la fecha un número de 225 jóvenes becarios por año.
En el pasado la ENA fue vanguardia y referente a nivel centroamericano en la formación de agrónomos de reconocida calidad académica. Por sus aulas han pasado estudiantes que se convirtieron en altos funcionarios de organismos internacionales, directores de ONG, exitosos empresarios agrícolas, etc. Sin embargo, ese posicionamiento y prestigio vino a menos con el abandono Estatal sufrido por casi 2 décadas, producto del nuevo modelo económico implementado a inicios de los años noventa.
Actualmente como resultado de una nueva visión y de todas las gestiones institucionales realizadas se ha visto incrementada significativamente el número de graduados y la población estudiantil en la ENA, población caracterizada por proceder de familias de escasos recursos de todo el país, necesitados de apoyo económico para poder realizar sus estudios superiores y obtener el Grado de Técnico Agrónomo.
Según el análisis del mercado del estudio de factibilidad del proyecto código de SIIP 6420 “Construcción y equipamiento de la Filial de la Escuela Nacional de Agricultura Roberto Quiñónez” en el Departamento de Morazán, se destacan las siguientes conclusiones y recomendaciones.
Existe a nivel regional una oferta importante de alternativas académicas para aquellos que optan por educación técnica. En menor escala, pero en proceso de crecimiento, existe una oferta con orientación al área de las Ciencias Agronómicas, la cual pareciera que aún no se ha visto desbordada por la demanda existente. En la sociedad actual los jóvenes tienen a valorar los grados académicos superiores –Licenciatura, arquitectura e Ingeniería-; las carreras técnicas pese a su beneficio no son muy valorizadas; de tal forma que será importante conectar curricularmente lo técnico y tecnológico con las ingenierías. Se vislumbran algunas iniciativas tanto a nivel nacional como regional que podrían verse como competencia ante las intenciones de ampliación de la oferta de parte de la ENA.
La proyección de la demanda potencial de formación técnica en las Ciencias Agronómicas a nivel regional es satisfactoria en término de los intereses para el proyecto. Existe un equilibrio importante entre el crecimiento de la oferta y la demanda. La ENA podrá ampliar su capacidad instalada, siempre y cuando se implementen mecanismos informativos que logren impactar a potenciales estudiantes de la oferta académica a servir. En términos generales, tanto a nivel nacional como regional se identifican oportunidades de hacer crecer el número de estudiantes que opten por una carrera técnica en Ciencias Agronómicas y por ende potenciar un crecimiento de la demanda potencial de cara al futuro.
Será importante, en aras de buscar las sociedades necesarias como país, que la ENA explore la posibilidad de un acercamiento a la UES para optimizar el uso de los recursos que financian actividades con fines similares. La demanda actual que la UES tuvo en el primer año de implementación de una carrera técnica relativa a las Ciencias Agronómicas, ha sido relativamente baja, no obstante existe la creencia que puede aumentar sensiblemente. Será importante que la ENA continúe con su enfoque de atender los problemas del corredor seco, pero sin descuidar las posibles sinergias que puedan lograrse con otras iniciativas con las que se comparta objetivos.
La proyección de la demanda potencial de formación profesional de grado en las Ciencias Agronómicas a nivel regional es satisfactoria en términos de intereses del proyecto. Esta es significativamente menor que la de otras carreras profesionales más populares. No obstante a nivel regional se intuye una demanda que sobrepasa la oferta, se vislumbra que con muchos más conocimientos sobre las oportunidades y efectos que para el país que tiene un profesional de esta naturaleza, muchos más bachilleres, que aducen mucho desconocimiento al respecto, podrían optar por una profesión en las Ciencias Agronómicas
En términos generales, si la ENA aspira a entra al grupo de instituciones a nivel regional que imparten carreras profesionales de Ciencias Agronómicas, en particular con el grado de ingeniería, deberá considerar al elaborar el programa de la carrera, criterios de diseño que le permitan competir con la oferta existente. Esto le pondrá en una espiral de análisis sobre temas que le han caracterizado siempre, como lo es el modelo de internado de sus alumnos, el cual no ha sido bien acogido entre los potenciales estudiantes de una ingeniería. Debe procederse al diseño del programa respectivo, tomando en cuenta que una parte de las asignaturas a impartir pueden y deben ser impartidas en modalidad virtual.
Debe desarrollarse una campaña, bajo los medios posibles, que creen más consciencia en la población de bachilleres de nuestro país sobre la importancia de las Ciencias Agronómicas. Los bachilleres en general desconocen sobre esta área profesional y las implicaciones que tiene para un país con nuestras características. No resultará fácil, pero debe hacerse un esfuerzo contra el paradigma que asocia a las carreras de las Ciencias Agronómicas contra la pobreza y pocas posibilidades de superación profesional. Deberá diseñarse una estrategia basada en valores y visión de país.
La demanda de educación no formal de parte de sectores vinculados a las Ciencias Agronómicas es muy significativa. Una amplia variedad de interesados coinciden en la importancia de que a través de este tipo de formación se complementen y enriquezcan los conocimientos y competencias que podrían potenciar la mejora sustancial del estado de cosas en el sector agropecuario. Esto sería además de mucho beneficio para sectores que tradicionalmente no pueden potenciar sus fortalezas ni paliar sus debilidades ante la carencia de una formación accesible y dimensionada a sus requerimientos.
La pluralidad de conocimientos demandados en las entrevistas y encuestas sobre demanda de educación no formal, justifican que la ENA destine recursos para aprovechar este importante y descuidado nicho de mercado. Debe proceder a diseñarse una agenda preliminar básica de cursos a impartir, estableciendo dentro de esta la estrategia de acercamiento a los sectores demandantes de estos.
Será fundamental crear programas de becas, un fideicomiso o crédito educativo, para superar las barreras de acceso por problemas económicos, particularmente en el área rural. Esto aplica tanto para incrementar el acceso a las ofertas de formación técnica como a la oferta de educación no formal, en particular cuando estas sean demandados por sectores de la población con muy bajos ingresos, los cuales históricamente no han sido incluidos en eventos formativos que propicien oportunidades de incrementar sus competencias agropecuarias.
Contribuir al desarrollo del sector agropecuario transformando a la Escuela Nacional de Agricultura “Roberto Quiñónez” en Instituto Especializado de Nivel Superior cumpliendo con los requisitos establecidos en la Ley de Educación Superior y su Reglamento General
En 1953 se planificó la construcción de la Escuela Nacional de Agricultura, en el Valle de San Andrés, departamento de La Libertad, en un área de 210 manzanas entre los Km. 33 y 34 de la Carretera Panamericana que de San Salvador conduce hacia Santa Ana.
La Escuela Nacional de Agricultura “Roberto Quiñónez”, (ENA) fue creada por medio de Decreto Legislativo, número 2,180 del 28 de agosto de 1956, publicado en Diario Oficial número 162 del Tomo 172 del 31 de agosto de 1958; con la misión de formar profesionales de nivel técnico en las ciencias agropecuarias.
En 1982, la Junta de Gobierno a través de Decreto número 1013 publicado en el Diario Oficial número 61 Tomo 274 del 29 de marzo del mismo año le otorgó autonomía administrativa y financiera, adscrita al Ramo de Agricultura y Ganadería. cuya naturaleza es ser una Institución Tecnológica dedicada a la formación de profesionales y técnicos a nivel superior en el sector agropecuario con personería y patrimonio propio cuyo domicilio es el valle de San Andrés Jurisdicción de Ciudad Arce Departamento de La Libertad.
La educación Superior en El Salvador se considera el estrato más alto del sistema educativo de la nación, afirma, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID); de este sistema egresa la clase dirigente de la sociedad o con responsabilidad en las áreas de liderazgo y dirección de una variedad de organismos socioeconómicos, culturales y políticos (Informe de evaluación de la educación superior, 2012)
La Ley de Educación Superior de El Salvador en el Art.22, distingue tres clases de instituciones de Educación Superior:
a) Institutos tecnológicos;
b) Institutos especializados de nivel superior; y,
c) Universidades.
Son institutos tecnológicos los dedicados a la formación de técnicos y tecnólogos en las distintas especialidades científicas, artísticas y humanísticas.
Son institutos especializados de nivel superior, los dedicados a formar profesionales en un área de las ciencias, la técnica o el arte.
Son universidades, las dedicadas a la formación académica en carreras con estudios de carácter multidisciplinario en las ciencias, artes y técnicas.